
Columna especial de nuestro rector padre Harold Castilla Devoz | El Papa Francisco y El Minuto de Dios

En un mundo marcado por la desigualdad, la polarización ideológica y el sufrimiento de millones de personas excluidas, la voz del Papa Francisco resonó como una denuncia profética y una propuesta esperanzadora.
Desde su fundación por el padre Rafael García Herreros hace 70 años, El Minuto de Dios ha comprendido, como lo entendió el Papa Francisco, que la fe no se separa de la vida, que el amor a Dios implica justicia con los pobres, y que la Iglesia está llamada a transformar el mundo desde abajo y desde dentro.
En este contexto, el Minuto de Dios ha venido desarrollando acciones para atender este gran servicio en la búsqueda del desarrollo integral sostenible de las personas, especialmente los más necesitados, las comunidades y los territorios y regiones de Colombia.
También lo ha hecho a través de algunos proyectos internacionales. Entre las varias acciones, la educación, en todos sus niveles y modalidades, ha sido clave fundamental y transversal para que este desarrollo integral sostenible se logre.
Durante siete décadas, El Minuto de Dios ha anunciado el Evangelio comprometiéndose con la transformación de las estructuras injustas llevando la Palabra de Dios al pueblo, sí, pero también entregando vivienda, educación, acompañamiento comunitario y esperanza donde más se necesita.
El Papa Francisco propuso una Iglesia pobre para los pobres, y El Minuto de Dios ha sido, en Colombia, una de las expresiones más concretas y persistentes de ese ideal.
En este sentido, El Minuto de Dios siempre ha buscado conectar las claves del pensamiento legado por el Papa Francisco, quien desde su perspectiva pastoral identificó la urgente necesidad de humanizar mucho más esta cultura contemporánea.
Para toda esta tarea, el ámbito educativo es fundamental. El Minuto de Dios ha comprendido desde su génesis que la educación tiene un rol transformador que ayuda a generar certezas fundamentales y valores de civilización que hacen posible una sociedad más equitativa, ética y en paz.
La insistencia del Papa Francisco en una Iglesia que camina sinodalmente, que escucha a todos, que acompaña procesos y no impone respuestas desde arriba, también se refleja en el método pastoral de El Minuto de Dios.
Sus programas de formación, sus instituciones educativas, las experiencias misioneras y sus iniciativas productivas son respuestas comunitarias, dialogadas, surgidas desde el territorio y al servicio del bien común.
Ambos, el Papa Francisco y El Minuto de Dios, nos enseñan que el verdadero poder no está en sus estructuras, sino en su capacidad de hacerse prójimo, de vivir la caridad en la verdad, de construir fraternidad más allá de las fronteras.
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Es hora de asumir esta herencia de El Minuto de Dios y abrazar el legado del Papa Francisco como un tesoro precioso que hay que custodiar y multiplicar. En Colombia, esta herencia y legado no puede quedar solo en libros o discursos: debe traducirse en compromiso, en educación de nuevos líderes, en estructuras pastorales abiertas y en comunidades capaces de amar y servir sin interés.