
Columna de nuestro rector padre Harold Castilla Devoz | La esperanza permanece

Contrasta este tiempo que estamos viviendo de Semana Santa, tiempo de gracia y bendición, con esta época donde la incertidumbre golpea con fuerza y el futuro parece difuso. Pero es mejor que reafirmamos la esperanza no como un simple deseo, sino como una virtud viva, activa y profundamente transformadora.
La invitación de este tiempo y de siempre es a que pensemos que “todo nace para florecer” (cfr. Introducción del libro “Esperanza. La autobiografía” del Papa Francisco), y que incluso los desafíos más duros pueden dar paso a nuevas oportunidades cuando se camina con memoria, fe y propósito. La esperanza es más que esperar; es construir el mañana con las manos en el presente, mirando de frente el dolor, pero sin permitir que la oscuridad opaque nuestra luz.
Porque cuando el sueño parece debilitarse, debemos volver a soñarlo de otra forma, recordando que el amor y el compromiso por los más pequeños, por los descartados y por los olvidados, es siempre semilla fértil en la historia del Reino de Dios.
En este contexto de esperanza, el sistema educativo superior va desarrollando sus tareas en cada rincón del país. La gestión ha sido exigente y la altura que han evidenciado todas las Instituciones de Educación Superior, IES, del sistema mixto colombiano es de admirar. En medio de múltiples retos y desafíos siguen entregando un servicio de calidad y pertinente por un país más productivo, equitativo y en paz.
Las evidencias que expresan con sus informes de gestión no solo recogen cifras, metas y logros sino la convicción de estar llamadas a ser sembradoras de futuro. Desde las regiones más apartadas de Colombia hasta las aulas virtuales, desde los rectores y equipos directivos hasta cada colaborador y estudiante, juntos tejen la certeza de que la educación transforma, la fe sostiene y la dignidad humana inspira. Los últimos años de la historia del país y del mundo han sido tiempos marcados por retos complejos, pero las IES han respondido con liderazgo, resiliencia y un profundo compromiso con la transformación educativa y social. Los logros que se destacan evidencian instituciones que evolucionan sin perder su esencia humanista y de mayor impacto social. Varios son los hitos que encontramos como por ejemplo, la búsqueda de la calidad que reafirma el compromiso con la excelencia académica.
También, una oferta académica robusta, pertinente y flexible, con programas activos que responden a las realidades regionales y a las necesidades de formación integral de los estudiantes. A pesar de todas las acciones contrarias de la política estatal, se fortalece la autonomía académica e institucional. El esfuerzo positivo por alcanzar la sostenibilidad con calidad ha exigido que los líderes alineen los objetivos institucionales con los planes locales y territoriales, generando innovación, articulación con el entorno, alianzas estratégicas, proyectos con impacto y procesos de autoevaluación que fortalecen la cultura institucional de mejoramiento continuo.
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Todos estos elementos y otros revelan una Institución Universitaria viva, en transformación constante, comprometida con su misión y su propósito de llevar educación superior de calidad a quienes más lo necesitan.
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