Columna de nuestro rector padre Harold Castilla Devoz | Nuevo humanismo, nueva educación

Durante esta última semana he estado leyendo un libro que le recomiendo a todos los que están en el servicio del liderazgo, cualquiera que sea el sector, pero en especial a aquellos que actúan en el campo de la educación, con énfasis en la educación superior.

El libro se titula “Liderazgo” y su autor es Henry Kissinger, de editorial Debate, 2022. El autor hace énfasis en que el líder es una persona que se mueve entre las certezas relativas del pasado y las ambigüedades del futuro, por ello, está llamado a hacer análisis permanente y a pensar de manera crítica e innovadora.

Los líderes piensan y actúan en la intersección de estos dos ejes: el pasado y el futuro, y los valores perdurables y las aspiraciones de aquellos a los que lideran. Se trata entonces de asumir, con carácter y decisión, el camino de la transición hacia un humano y sociedad alternativos que deben ser esculpidos con la destreza del artista avezado e inspirado.

Esta es la tarea más desafiante para un líder académico y gestor del asunto educativo en medio de una sociedad que le reta con múltiples realidades matizadas de crisis. El carácter y las circunstancias son la combinación perfecta para crear la historia, la nueva historia de la humanidad y la sociedad que deseamos todos que exista.

En este sentido, es necesario volver a lo que perdura, a lo esencial de la vida, de la historia, a lo que nos enseña la sabiduría de los experimentados: cuando estemos en una situación compleja y dura, volvamos al principio de las cosas.

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La sociedad está siendo llamada a hacerse las preguntas esenciales: ¿qué significa ser humano?, ¿cómo vivir en fidelidad a eso que somos, seres humanos para construir solidaridad y fraternidad con el otro que es amigo, vecino, hermano, ciudadano? ¿cuál es el lugar, entonces, que ocupa la dimensión educativa de los seres humanos? Lo más importante es que la educación está llamada a hacer posible que lo esencial del ser humano se exprese.

Y lo esencial es pensar, sentir y hacer por el otro, porque haciéndolo por él también lo hago por mí. Somos seres humanos en relación constante con los demás, con la naturaleza para experimentar el valor de uno mismo y por ende, también de la trascendencia que nos permite darle sentido a todo. Por eso cada ser humano adquiere un valor que hay que respetar, amar, comprender y encontrar en él el complemento de nosotros mismos descubriendo aquello de lo cual es necesario nutrirnos todos los días.

La educación se entiende como un proceso holístico de enseñanza y aprendizaje integrado en todos los aspectos de la vida, y canalizado a través de generaciones, para sacar lo mejor de cada persona.

Los líderes de la historia de la educación, de la transformación y reinvención de esta, guían a la humanidad para que desarrolle toda su potencialidad y exprese los valores esenciales y centrales que hacen posible una sociedad nueva que se compromete con el bien común y la fraternidad real.

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La reinvención de la educación superior está llamada a sacar adelante lo que cada ser humano vive dentro de sí y desencadene las posibilidades inescrutables que cada uno puede introducir en el mundo. Solo necesitamos abrir más los ojos y la mente para permitir que este surgimiento entre en nuestra conciencia.