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Columna de nuestro rector padre Harold Castilla Devoz | El maestro que soy, sin ser perfecto

Columna del rector general de UNIMINUTO padre Harold Castilla en La República.

Columna del rector general de UNIMINUTO padre Harold Castilla en La República.

En el contexto de las grandes transformaciones sociales y culturales , el sector educativo también presenta cambios que han llevado a plantearse de una forma mucho más urgente lo que pueden significar los actores en esta nueva evolución.

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Las demandas del mercado laboral, la cultura digital, el sentido ético y humanista de la sociedad nunca antes vistos reclaman un papel muy importante del maestro que deberá adaptarse y liderar la transformación en el aula. Es importante, por tanto, que los maestros desarrollen competencias y habilidades que les permitan desempeñarse de un modo efectivo y garantizar el aprendizaje de sus estudiantes. Existe una relación simbiótica entre la sociedad globalizada, el mundo del trabajo y la educación. La pregunta esencial es: ¿qué necesidad tiene la sociedad, qué educación brindamos?

La responsabilidad del maestro es clave para poder encausar los aprendizajes significativos de sus estudiantes. Por tal razón, las prácticas educativas con las que desarrolla su función y misión evolucionan. Hoy no enseñamos de la misma manera como lo hacíamos hace 30 o 50 años.

Los enfoques, métodos, prácticas didácticas, pedagogías y políticas educativas han cambiado del todo, entonces la interpelación surge preguntándonos: ¿cómo maestro he cambiado?. El maestro es uno de los principales actores del acto educativo y, para ello, debe dar su mejor versión a los estudiantes.

 

Está llamado a poseer ciertas habilidades, conocimientos, actitudes que le permiten reflexionar sobre su propia práctica pedagógica y, al mismo tiempo, una excelente profesionalización permanente que le ayude dar respuesta con competencia a su quehacer. El análisis de la propia práctica es una manera de construir la identidad de maestros y poder tener una reflexión crítica y auténtica.

La identidad de maestro comienza como alumno. Desde la dimensión personal se evalúa lo propio de la condición humana, capaz de preguntarse por su propia historia y analizar el presente y el futuro. Se reconstruyen las circunstancias que conducen a tomar la decisión y a apreciar una profesión que es la vida misma y la construcción de sí mismo. En esta identidad interviene todo: emociones, sentimientos, personalidad, formación y compromiso ético. Ser maestro implica ser algo más que conocimientos y saberes.

El reto para el maestro de hoy está en hacer posible el aprendizaje activo y participativo de sus estudiantes para que estos asuman las herramientas necesarias para integrarse en la sociedad que demanda seres humanos creativos, asertivos, con capacidad de adaptación, innovadores y servicio. En la línea del paradigma socio constructivista de Vygostky (1978), que enfatiza la construcción cooperativa del aprendizaje, la participación activa y autónoma de los estudiantes, la interacción bidireccional entre maestro- estudiante, es clave. Este paradigma nos lleva a decir que la práctica docente debe desarrollarse dentro de un proceso de acción-reflexión, de indagación y experimentación, de no imposición, de comprensión de todo el estudiantado y reflexión constante de su interacción.

 

El maestro de hoy no puede ser un mero transmisor de conocimientos; por el contrario, está llamado a crear entornos activos de aprendizaje que lo identifiquen como guía, orientador, acompañante, tutor, mentor, facilitador, dinamizador, asesor. En síntesis, asume varios roles en su misma profesión: Rol de entrenador porque observa y atiende de manera personalizada; rol de guía como soporte y ayuda al estudiante y rol de experto porque ofrece conocimientos, imaginación y creatividad para hacer del aprendizaje algo atractivo y efectivo.

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