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Mujeres en Pereira trabajan por la soberanía alimentaria

Mujeres en la huerta comunitaria, en la parte inferior de la fotografía se ve el sembrado, planatas verdes, divididas por guaduas.

Proyecto del Centro de Educación para el Desarrollo - CED de Pereira empodera y entreteje los lazos de las mujeres por medio de la huerta comunitaria y la soberanía alimentaria.

El proyecto de investigación “Mujeres sembrando comunidad”, iniciativa que busca indagar sobre alternativas de soberanía alimentaria y empoderamiento de las mujeres por medio de las huertas comunitarias, el cuál fue financiado por el Parque Científico de Innovación Social - PCIS, finalizó su proceso de ejecución impactando positivamente a las mujeres de la zona Caracol – La Curva, en la comuna el Rocío Alto, ubicada sobre la vía Pereira- Armenia.

El ejercicio investigativo que se alineó a los objetivos de desarrollo del milenio: el segundo, conseguir la soberanía alimentaria, una mejor nutrición y promover la agricultura sostenible; y el quinto orientado a alcanzar la igualdad entre los géneros, no solo empoderó a mujeres, sino que las reconcilió con sus raíces y abrió las puertas a nuevos conocimientos sobre el cuidado de la tierra y la importancia de la soberanía alimentaria, gracias al intercambio de saberes.

Territorio y tejido social

La pertinencia de trabajar con una comunidad afectada social y económicamente, que ha visto vulnerados sus derechos básicos, se agudizó frente a la situación generada por la emergencia sanitaria por Covid-19, que agravó las problemáticas, entre ellas la falta de acceso a los alimentos, por escasez y/o precios elevados. Así lo enfatizó Natalia Restrepo, docente del CED y líder investigadora del proyecto: 

“Decidimos trabajar algo que fuera encaminado hacia la soberanía alimentaria y que involucrara directamente a las mujeres pues evidenciamos como una de las grandes problemáticas la falta de acceso a los alimentos, además del aumento de las brechas de género”.


De esta forma, se identificó el asentamiento Caracol – La Curva como un territorio priorizado por la vulneración de sus derechos básicos, donde se detectó un deterioro del tejido social, desarticulación de la comunidad y marcadas fronteras invisibles. Además, se pudo determinar que las mujeres de la comunidad en su mayoría son madres cabezas de hogar, que dedican la mayor parte de su tiempo a las tareas del cuidado doméstico y adicional buscan otras fuentes de ingresos para poder sustentar las necesidades de sus familias.

“Para el sector es muy importante generar estos espacios, ya que no hay parques, ni zonas de recreación, que la comunidad reclama, y en este pequeño terreno pueden tener procesos de aprendizaje, diálogo de saberes entre la propia comunidad y personas que vienen de fuera también a enseñarles.” anexó la investigadora.


En este proceso de fortalecimiento del tejido social el diálogo ente los diferentes actores como mujeres, niños, niñas, organizaciones sociales y comunitarias externas que se han sumado han sido fundamentales para co-crear y co-aprender. 

Mujeres retomando cultura y labrando futuro

El inicio del proyecto se estructuró con el propósito de indagar sobre alternativas para la soberanía alimentaria, que se define como el derecho a producir alimentos y el derecho de decidir lo que se quiere consumir, cómo y quién lo produce, y por medio de este proceso empoderar mujeres y brindarles alternativas mediante la huerta comunitaria. Sin embargo, en el trayecto, el proyecto se tornó más profundo, ya que las mujeres no solo se abrieron a los conocimientos, sino que se apropiaron del espacio de la huerta, empezaron a identificarse con sus compañeras y lograron hacer del terruño una zona de reconciliación con ellas, sus familias y su entorno.

Carolina Isaza, estudiante del programa de Psicología y practicante en el proceso de investigación, dijo:


“Hemos logrado entender que estos espacios para ellas fueron de encuentro y reconocimiento, y demostramos que, a través de la huerta y de este sueño, pudimos llegar a cultivar, limpiar un espacio, generar conocimiento, compartir e intercambiar con otros colectivos que nos aportan como humanos. Lo más importante fue comprender que si las mujeres somos custodias de semillas podemos tener el alimento para nuestros hogares, articular conocimientos y atraer a las nuevas generaciones a espacios de valor”.

 

Igualmente, gracias a la articulación con colectivos como la Casa de la Mujer y la Familia-Stella Brand, Chavarí, Territorios de Paz, Cultivo lo Nuestro y el acompañamiento de maestros como el profesor Guillermo Castaño y Morelia Pabón, se lograron identificar los alimentos ideales para la zona, por la condición de la tierra, el ambiente y el sentido profundo que cada uno de ellos tiene. Así se cultivaron plantas aromáticas, decorativas y alimenticias como cilantro, cebolla, zanahoria, pimentón, albahaca. Además de capacitar, por medio de los conocimientos ancestrales, a cerca de las metodologías y técnicas de sembrado, cuidado y cosecha, enriqueciendo e impactando personalmente a los involucrados en el proceso. Sobre esto la estudiante expuso:

“Las mujeres que tenían muchos presaberes, hablan mucho de sus ancestros, de las siembras y las semillas, esto nos abrió la posibilidad de entretejernos con otras mujeres, sacar toda su fuerza interior y saber que, si nos apoyamos, tenemos muchísimas posibilidades, formando una red que nos ayuda de una manera positiva, con respeto y la gentileza”.


Finalmente, realizar este proyecto desde la investigación es un gran aporte, porque ha permitido llegar al territorio de una manera natural y no impuesto desde la academia, sino desde el reconocimiento propio del territorio, es decir, poder desde la práctica, generar espacios y escenarios de diálogos interculturales, que permiten generar transformaciones pensado a largo plazo.

Dato de interés

El proyecto “Mujeres sembrando comunidad”, finalizó su periodo de ejecución patrocinado por el PCIS, sin embargo, las mujeres que hoy se organizan como MURECU – Mujeres Retomando Cultura y proceso organizativos como Chavarí se apropiaron de este espacio y esperan continuar con sus procesos de siembra, capacitación e intercambio de saberes, buscan impactar cada vez más a los demás a la población de Caracol – La Curva.

Mira la cartilla digital donde encontrarás el proceso, contado con fotografías y experiencias: Cartilla "Mujeres Retomando Cultura".

 

 

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