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Columna de nuestro rector padre Harold Castilla Devoz | La IA y el papel de los profesores

Columna del rector padre Harold Castilla Devoz, cjm, en el diario La República.

Columna del rector padre Harold Castilla Devoz, cjm, en el diario La República.

Ante la nueva dinámica de la Inteligencia Artificial (IA), el papel del profesor en educación cambia. La pregunta que surge, entonces, es ¿Qué́ competencias deben fortalecer los maestros para adaptarse y aprovechar de manera efectiva los nuevos contextos y oportunidades que la inteligencia artificial ofrece en el ámbito educativo, y promover un aprendizaje significativo en los estudiantes?

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Son varias las competencias que los docentes deberán fortalecer para dar cuenta de una acción innovadora y de gran impacto. Este contexto educativo actual requiere de un perfil de profesor instructor a profesor orientador.

Se reestructura así el rol del docente en el proceso formativo. Esto implica cambios en el modelo pedagógico, de evaluación, y de selección de contenidos a ofertar en los cursos. Se rompe con el rol tradicional del docente que se limitaba a impartir clase a partir de unos contenidos previamente definidos.

Ahora, el docente orienta al estudiante para el logro de los resultados de aprendizaje esperados, haciendo una lectura de las necesidades, intereses y capacidades de cada uno de sus estudiantes, y personalizando su ruta formativa, comprendiendo el proceso formativo de manera holística e integrada. Es importante también que el profesor desarrolle de forma más aguda su pensamiento crítico.

 

La posibilidad de contar con una mayor cantidad de insumos en el proceso de aprendizaje, y la generación de contenidos por parte de la IA, no debe ser rechazada dentro del aula -o cualquier espacio académico- pues los procesos de generación de contenido ya no se concentran en el estudiante -o el profesor- exclusivamente. Esta posibilidad debe ser incorporada, de mirada crítica, permitiendo al estudiante llevar a cabo una identificación y selección de la información provista por la IA, para articularla de manera asertiva y significativa, a su formación.

Una inteligencia artificial generativa, que crea contenido, replantea los procesos tradicionales que se han dado en las aulas de clase o espacios académicos; ya no se debe -ni puede- abogar por procesos donde se espera que el estudiante “cree” soluciones a situaciones particulares individualmente, y sin hacer uso de recursos externos.

Se asume la existencia, y necesidad de aprovechar los recursos disponibles, pero anteponiendo el pensamiento crítico para convertir a la IA en una herramienta de apoyo, pero no en el centro del proceso de formación. En este punto, el rol del docente resulta fundamental, pues orienta el desarrollo del proceso y la interrelación del estudiante con las herramientas que tiene a su disposición.

Por último y, no menos importante que las demás competencias descritas está en que el profesor se centre en el proceso de aprendizaje del estudiante, y no en la evaluación. Los profesores no pueden seguir ejerciendo la docencia centrándose en el proceso evaluativo tradicional.

 

El eje neurálgico de formación del estudiante no es demostrarle al docente la adquisición -y memorización- de unos contenidos específicos, sino la capacidad de potenciar sus capacidades y competencias para hacer uso asertivo, efectivo y oportuno de ellas en contextos específicos de aplicación.

En ese sentido, el proceso formativo debe centrarse en el establecimiento de rutas personalizadas, pertinentes para el estudiante y sus necesidades e intereses. Esto exige una formación constante del profesor, con el apoyo de sus instituciones, en temas relacionados con prácticas pedagógicas, uso y apropiación de tecnología, diseño de herramientas y contenidos.

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