La responsabilidad social no es algo nuevo, aunque suene moderno. Desde siempre, las personas han encontrado maneras de ayudarse unas a otras y cuidar el lugar donde viven. Antes era tan simple como compartir comida o proteger a la comunidad, pero con el tiempo empezó a tomar más forma. En la actualidad, la responsabilidad social significa que, además de pensar en uno mismo, hay que pensar en los demás y en el planeta. Las empresas, las instituciones y hasta los emprendimientos incluyen acciones que buscan un impacto positivo. Ya no es solo “hacer el bien por hacer el bien”, sino trabajar con propósito, ser conscientes de cómo nuestras decisiones afectan a otros y dejar huella en el mundo. Es como entender que todos estamos conectados y que, si cuidamos nuestro entorno y a las personas, todos salimos ganando.